Salvo algunos metales ferromagnéticos (hierro y derivados, cobalto y níquel) que pueden causar problemas, cuando por error se introducen en el intenso campo magnético del imán de un aparato de Tomografía por Resonancia Magnética (TRM), los demás son seguros pero no está libres de producir numerosos artefactos por susceptibilidad magnética que degradan la calidad de las imáges, hasta hacerlas inservibles.
La TRM es tan sensible que detecta la existencia de cualquier elemento metálico, por muy pequeño que sea, en los tejidos orgánicos del área explorada. Tal es así que algunas personas no saben que los llevan y niegan con rotundidad cuando se les pregunta. En este paciente los artefactos producidos por una minúscula esquirla metálica que se le había alojado debajo de la piel, durante un accidente de tráfico, impedían realizar la exploración con garantías.
FIGURA 1) En la primera imagen, Fast Espín Eco, de orientación sagital, potenciada en T1, ya pudimos apreciar que se había producido un artefacto que distorsionaba por completo el área facial (flechas). Era evidente que debía llevar algún pequeño objeto metálico debajo de la piel. Volvimos a preguntar y aunque insistimos mucho, el paciente no recordaba que le hubieran realizado ninguna intervención, ni que llevase alguna partícula de metal subcutánea.
FIGURA 2) Continuamos con la exploración, pero los resultados eran cada vez peores. En esta imagen, Fast Espín Eco potenciada en Densidad Protónica, la distorsión del macizo facial era completa.
FIGURA 3) La siguiente imagen, SE-EPI potenciada en Difusión Isotrópica (DWI), era todavía más irregular así que decidimos supender la exploración para investigar la existencia de algún objeto metálico que fuera el causante de los artefactos.
FIGURA 4) Antes de realizar una radiografía de cráneo, para detectar el posible objeto inductor del artefacto, revisamos el historial médico y en el archivo digital de imágenes (PACS) encontramos la solución. El paciente había sufrido un acccidente de tráfico y se le había realizado una TAC. Allí, en las imágenes de esta exploración, estaba la respuesta a nuestras preguntas. Una pequeña esquirla metálica, como el fragmento de una uña, se había incrustado debajo de la piel en el momento del accidente. Y como no le causaba molestia, el paciente no había reparado en ella.
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